REALIZANDO LAS FOTOGRAFÍAS
Dependiendo de cada fotógrafo colocaremos la cámara en modo manual(M) o en prioridad a la abertura del diafragma(AV). Si usamos este último modo, la cámara fija la abertura del diafragma y automáticamente ajusta el tiempo de exposición para tener siempre la misma. El intervalómetro fija el tiempo que queremos que transcurra entre foto y foto (podríamos hacerlo con un disparador normal y un cronómetro). No hay un valor fijo, ya que depende mucho del encuadre elegido y la cantidad de movimiento que haya en dicho encuadre. Evidentemente, si el movimiento es poco en el encuadre, parece necesario tener algo más de tiempo entre foto y foto para que se aprecie el mismo en el resultado final. Y la paciencia. Por ejemplo, para una película de 10 segundos de duración, necesitamos más de 400 fotografías. Si la película es nocturna, las condiciones de luz son menores, con lo que la cámara establecerá mayor tiempo de exposición. Podemos estar esperando más de 3 horas sólo para realizar un encuadre, con lo que es recomendable llevarse unas pipas, una sillita y buena compañía para pasar el rato.También, y como no, baterías y memoria.
PROCESANDO EL RESULTADO
El parámetro más importante a la hora de procesar fotos y montar una película con esta técnica es la cantidad de fotogramas (o fotografías necesarias) por segundo para mostrar el resultado con más o menos pausas, nunca alcanzando los 25 fotogramas en los que se supone que el cerebro no es capaz de percibir esos cambios y lo interpreta como un vídeo normal. Hoy en día, los programas de edición fotográfica tales como Photoshop (a partir de la versión CS5 extended) incluyen la opción de secuencia de imágenes, en las que podemos seleccionar la cantidad de fotogramas por segundo deseadas. Dos valores comunes son 13 (entonces hablaríamos de stop motion) y 24. A mi, personalmente, me gusta más 13 fotogramas. Con el mismo programa podemos realizar el vídeo, y posteriormente podemos juntar varios de ellos con algún programa de edición de vídeo, tales como Premiere, y añadirles música, títulos y demás filigranas que hacen que la película se muestre violenta, emotiva, tranquila...creando en el espectador el efecto deseado (ya hablaremos de la psicoacústica en entradas posteriores).
Ya sabéis, es una técnica fácil, divertida y con un resultado final espectacular.